Reportajes: A 48 años de la Tragedia de los Andes, una historia que “Es una hazaña mundial de supervivencia”
El viernes 13 de octubre de 1972, un avión uruguayo con 45 personas a bordo se estrelló en los Andes. El grupo estaba compuesto por jóvenes jugadores de rugby, sus amigos, parientes y conocidos. Los sobrevivientes al choque quedaron atrapados por las montañas nevadas a casi 4.000 m.s.n.m, sin comida suficiente, sin agua, sin vestimenta adecuada y soportando temperaturas menores, iguales o mayores a -30ºC. Al décimo día se enteraron a través de un pequeño receptor de radio que la búsqueda del avión había sido suspendida, dándoselos por muertos.
Sabiéndose abandonados, la salida de ese lugar quedaba exclusivamente en responsabilidad de cada uno. Realizando pequeñas expediciones fueron conociendo más y más las montañas que los rodeaban y algunas previas a la expedición final hallaron la cola del avión, en la cual se encontraban las baterías necesarias para reparar la radio del aparato siniestrado, sin embargo, los intentos fueron inútiles, la radio no funcionó.
Finalmente, tres de los sobrevivientes, Fernando Parrado, Roberto Canessa y Antonio Vizintín, con enorme sacrificio y en condiciones inhumanas, emprendieron rumbo hacia el oeste para llegar a los verdes valles de Chile, en cambio, al tercer día se decide que Antonio debe volver al fuselaje y así Roberto y Fernando siguieron caminando por siete días más por las montañas de los Andes.
Tras caminar 11 días, encontraron al arriero Sergio Catalán, quien salió en busca de ayuda en su caballo y regresó con un grupo de auxilio, ese mismo día comenzaron las labores de salvamento y lograron sacar del avión a seis de los catorce que aún quedaban, aquel día el clima de las montañas dificultó las labores de los rescatistas, por lo que los ocho que todavía permanecían en al avión tenían que esperar una noche más, pero a diferencia de las otras, aquella noche estarían con abrigo, comida y especialistas del cuerpo de socorro andino.
Al día siguiente se terminaron los rescates efectuados por helicópteros de la Fuerza Aérea de Chile y tiempo después un grupo de personas volvieron a buscar los cuerpos para enterrarlos en el lugar del accidente y los restos del avión fueron quemados. Actualmente el lugar es visitado y tiene una cruz de hierro en memoria de los fallecidos y diversas cosas que iban en el vuelo, tales como botines de rugby y partes del avión.
En esta tragedia y que recuerda la más grande hazaña de supervivencia humana conocida, fallecieron 29 personas y 16 lograron ser rescatados con vida. El esfuerzo sobrehumano que realizó Canessa y Parrado para cruzar a través de montañas por 11 días y encontrar al arriero Catalán, otro gran héroe, se escribió la historia del Milagro de los Andes, porque ocurrió en ese lugar tan inhóspito el sufrimiento más terrible en cuanto a frio, hambre, sed, miedo, angustia y desolación que puede soportar un ser humano.
Al transcurrir 48 años de esta hazaña mundial de supervivencia y que se desarrolló al interior de la cordillera de la ciudad de San Fernando, quizás un simple espejo de señales que sirve para indicar la ubicación de las personas extraviadas o accidentadas, al advertir a los aviones de búsqueda en situaciones de emergencia, pudo haber evitado tanto sufrimiento a estos jóvenes uruguayos.
Hubo un par de aviones de búsqueda que pasaron muy cerca y otro casi vertical sobre el área del accidente, pero el destino era otro, extender la agonía de los verdaderos despojos humanos que quedaban vivos y además soportar el embate de la montaña con avalanchas y fríos extremos.
Desde este medio noticioso, un reconocimiento inmenso a esos jóvenes supervivientes que lograron escapar de una muerte segura y que, con su juventud, deseos, amor, compañerismo, abnegación, fuerza, entereza, pasaron al pedestal del triunfo al vencer a la adversidad y su legado será recordado por siglos. No hay nada imposible.