Internacional | A 52 años de la tragedia de Los Andes: “La historia de una hazaña mundial de supervivencia”

El 13 de octubre de 1972, un avión de Uruguay con 45 pasajeros se accidentó en los Andes. El conjunto estaba conformado por jugadores jóvenes de rugby, junto con sus amigos, familiares y conocidos. Los sobrevivientes del impacto quedaron atrapados entre las montañas nevadas a una altitud de casi 4.000 metros, por 72 días, sin suficiente comida, agua o ropa adecuada, y enfrentando temperaturas inferiores, iguales o superiores a -30ºC. A los diez días, recibieron la noticia por medio de un dispositivo de radio que la búsqueda del avión se había detenido, asumiendo que habían fallecido.

Al saberse solos, la responsabilidad de salir de allí recaía únicamente en cada persona. Explorando en expediciones cortas, descubrieron mejor las montañas cercanas y antes de la expedición final encontraron la cola del avión, donde estaban las baterías para arreglar la radio dañada, pero no pudieron hacerla funcionar.

Al final, tres de los sobrevivientes, Fernando Parrado, Roberto Canessa y Antonio Vizintín, decidieron dirigirse hacia el oeste para llegar a los valles de Chile, después de enfrentar grandes dificultades y condiciones inhumanas. Sin embargo, al tercer día se determinó que Antonio debía regresar al fuselaje, dejando a Roberto y Fernando seguir caminando por siete días más a través de las montañas de los Andes.

Después de 11 días de caminata, hallaron un día 22 de diciembre a Sergio Catalán Martínez, un arriero que buscó ayuda en su caballo y volvió con un equipo de rescate. Esa misma jornada iniciaron las labores de salvamento y consiguieron sacar a seis de los catorce sobrevivientes que quedaban en el avión. Las condiciones meteorológicas en las montañas complicaron el trabajo de los rescatistas, por lo que los ocho restantes tuvieron que esperar otra noche más en la aeronave, pero esta vez estarían con abrigo, comida y protegidos por especialistas del Cuerpo de Socorro Andino.

Al día siguiente concluyeron las operaciones de rescate realizadas por helicópteros de la Fuerza Aérea de Chile y más tarde un grupo de andinistas regresó para sepultar los cadáveres en el sitio del accidente, mientras que los restos del avión fueron incinerados. En la actualidad, la zona recibe visitas y cuenta con un monumento en honor a los fallecidos, así como objetos relacionados con el vuelo como botas de rugby y restos de la aeronave.

En este trágico suceso, que evoca la hazaña de supervivencia humana más grande registrada, 29 personas perdieron la vida y 16 fueron rescatadas de las garras de la muerte. El extraordinario esfuerzo realizado por Canessa y Parrado para atravesar montañas durante 11 días y encontrar al arriero Catalán, quien también es considerado un héroe, dio lugar a la historia del Milagro de los Andes. En ese lugar tan inhóspito, experimentaron el sufrimiento más extremo en términos de frío, hambre, sed, miedo, angustia y desolación que una persona puede tolerar.

Después de 52 años de la hazaña de supervivencia en la cordillera de San Fernando, quizás un simple espejo de señales que sirve para indicar la ubicación de las personas extraviadas o accidentadas, al advertir a los aviones de búsqueda en situaciones de emergencia, pudo haber evitado tanto sufrimiento a estos jóvenes uruguayos.

Hubo un par de aviones de búsqueda que pasaron muy cerca y otro casi vertical sobre el área del accidente, pero el destino era otro, extender el sufrimiento de los verdaderos despojos humanos que quedaban vivos y además soportar el embate de la montaña con avalanchas y fríos extremos.

Desde este medio noticioso, vaya un reconocimiento inmenso a esos jóvenes supervivientes que lograron escapar de una muerte segura y que, con su juventud, deseos, amor, compañerismo, abnegación, fuerza, entereza, pasaron al pedestal del triunfo al vencer a la adversidad y cuyo legado será recordado por siglos. No hay nada imposible, tras 72 días de agonía.

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