Noticias Chile | ¿Por qué Navidad y Año Nuevo pueden ocasionarnos tristeza? Experto lo aclara
El psicólogo e investigador de la Universidad San Sebastián, Álvaro Jiménez, en conversación con BioBioChile profundizó sobre los problemas de depresión y angustia que surgen en estas fechas de celebración.
Asociamos este periodo a los conceptos de familia, hogar, cercanía, alegría y nos llenamos de sobre pensamientos que generan interrogantes tales como: ¿Cumplí mis metas? ¿En qué fracasé? ¿Fue un buen año? ¿Qué me espera el siguiente?
En este contexto, Jiménez enfatiza en que este tipo de balances está directamente relacionado a “sentimientos de insuficiencia o de desfase entre las propias expectativas ideales y lo que uno realmente siente que ha hecho”, lo que se asocia a la tristeza o a un estado más depresivo. “Ese contexto de balance puede agudizar también sentimientos de nostalgia al pensar en celebraciones anteriores con otras personas, seres queridos, etc.”, agregó.
En diálogo con el medio ya citado, el psicólogo identificó tres posibles mecanismos detrás del aumento de emociones tristes o ánimo depresivo en Navidad y Año Nuevo. El primero tiene que ver con las expectativas sociales que producen estas celebraciones de fin de año, ya que, generalmente, estas fiestas están relacionadas con reuniones familiares o íntimas.
“Un contexto de celebración que puede exacerbar en algunas personas sentimientos de soledad por contraste entre quienes no tienen un círculo cercano o han sufrido también pérdidas recientes. También el contraste entre el contexto de celebración versus el estado de aislamiento y soledad y el no estar a la altura de las expectativas sociales de estas fiestas”.
En segundo lugar, Jiménez consideró que el echar de menos es un factor importante en el alza de angustia que se asocian a estas fechas, ya que no sólo llegan a la mente nostálgicos recuerdos de celebraciones pasadas, incluso de cuando éramos niños, sino que también se pueden rememorar situaciones dolorosas del pasado, ya sea por extrañar a personas que ya no están presentes o por eventos negativos a tal punto de ser traumáticos.
“Otro posible mecanismo tiene que ver con una cuestión más amplia y es el contexto de alto estrés o presión social que hay generalmente a fin de año. Las fiestas, sobre todo como Navidad, suponen demandas económicas importantes para algunas personas, demandas emocionales, lo que también pueden aumentar el estrés, especialmente, entre quienes pueden tener recursos más limitados o relaciones familiares más tensas”, complementó.
“En este contexto de celebración hay una cierta presión social por ser feliz, que puede intensificar sentimientos de desconexión o sentimientos de aislamiento entre quienes no experimentan este estado que parece estar normativamente demandado, explicó el investigador de la Universidad San Sebastián.
Por ello es fundamental establecer límites si nos sentimos expuestos, o no disponibles emocionalmente para las celebraciones.