Noticias Chile | Iván Arenas: “Sé que voy a morir de la cuchara… pero me da lo mismo, creo que ya cumplí”
Entrevista La Cuarta
- ¿Qué pasó?
El hombre que encarnó al querido “Profesor Rossa” ha evolucionado hacia el chiste largo y “sin censura”, volviéndolo un personaje aún más transversal, y ahora estrena un nuevo show, Dado de Alta, a propósito del cuarto infarto que casi le quita la vida: “Capaz cuanta cagá más pueda tener”, advierte a sus 73 años quien descarta dejar el cigarro y el sedentarismo. Y sobre su vida y obra expresa: “La gente me quiere y me doy cuenta”.
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—¿Qué es eso? —Iván Arenas Maturana (73) pregunta, ya con la respuesta entre los labios, y señala un voluminoso adorno sobre el mesón (que en el borde tiene escrito “sin censura”) de su estudio.
—¿Un coral? —supone el reportero de La Cuarta.
—¿Pero qué es eso? —insiste él, bien metido en su faceta educooperativa del “Profesor Rossa”, instruyendo sobre estos animales coloniales y marinos— El esqueleto… ¿Por qué es blanco? Por la cristalización de la sal; vas a llegar a concluir de por qué esa cuestión es blanca… ¡Nunca nos preguntamos!
El tercer piso del departamento triplex de Iván está atiborrado de estantes con enciclopedias y libros varios, figuras de rasgos asiáticos, pinturas, cajitas de fósforos, un globo terráqueo y una pared tapizada de marcos con premios, diplomas y decenas de reconocimientos, e incluso, subiendo un par escalones, una piscina vacía. Ahí, en medio, cómodamente sentado con una camisa hawaiana, tomando Coca-Cola y desenfundando cada tanto un cigarro, se define como un hombre de hábitos profundamente nocturnos y bastante sedentario, o más bien “práctico”, según dice. Suele levantarse pasado el mediodía; no es usual encontrarlo en pie a estas horas:
—Por ejemplo, hoy día me dijeron que venían a las 12 PM y pensé: “Ay, me van cagar el día”—comenta de buen humor donde reside con Patricia, con quien lleva trece años emparejado.
“No necesito salir, no me siento encerrado”, asegura Ivan, quien se considera más bien sedentario. Mario Tellez a La Cuarta
“Tuve la suerte de comprar un triplex”, a un precio razonable, dice él sobre su hogar en Vitacura. “No sabía que eran tres pisos, más grande que la cresta; y yo soy solo, con mi mi mujer ahora. No necesito salir, no me siento encerrado. Me pongo a leer o ver tele. Hago la vida sencilla; lo que haya hay”. Al mirar alrededor, en torno a los cientos de objetos que adornan el salón, asegura que “todo tiene historia” y remarca en que “mi vida es un azar, nunca planifiqué nada”.
A modo de ejemplo, se remonta a los años dorados de El mundo del Profesor Rossa, icónico programa infantil emitido por Canal 13 desde 1984 al 2002. Desde de la Fuerza Aérea lo invitaron al lanzamiento del primer satélite chileno, en Rusia. “¿Qué hice yo?”, dice en cuanto a méritos para asistir a aquella cita. “¡Nada! Y fui po’. Lo pasé la raja, pero con el poto en la cabeza; viajar en un Hércules de la FACh no es ni una comodidad, te sientas arriba de los fierros, nada acolchadito, dos días”. Ya en suelo ruso, rodeados de militares extranjeros, “no hallábamos qué hacer”, admite de esa anecdótica estadía. “¿Sabes lo que es ver al general del ejército de Rusia bailando con Guru-Guru curao como yegua con vodka? Si sacabas una foto te llevaban detenido. Íbamos al baño y partían dos hueones atrás nuestro; todo prohibido”.
Como ya es bien sabido, en el último tramo de su carrera lo ha dedicado —en parte— a la comedia, profesionalizando su pasatiempo de juventud por contar chistes largos. Ahora, el 2025 lo arranca con su nuevo show, Dado de alta, el cual se adentra en las insólitas situaciones que vivió durante el 2019 cuando sufrió su ¡cuarto infarto! Durante enero se presenta en Concepción (9), La Serena: (11), Iquique: (24), Arica (25) y Valdivia (30); entradas por Passline y Goldenpass.
En la entrevista con La Firme, el también diseñador industrial de profesión y mago por afición, repasa su vida y obra desde su infancia en Rancagua; sus primeras andanzas en las risas; la serie de casualidades que lo llevaron a convertirse en el querido personaje de rulos y bigotes rosados, y hábil para el dibujo didáctico, rol educativo le dio el estatus para lanzarse exitosamente al humor “sin censura”; sus reflexiones y nulo temor a la muerte (habiendo ya superado varios infartos y un cáncer); los libros que escribe con apuro y el museo personal que sueña heredar a las futuras generaciones; uno que otro cahuín…
En mi época universitaria nos contábamos chistes con Álvaro Salas. Soy muy amigo de Pujillay desde los inicios; ellos ya estaban un poco afirmados como folclor cómico. Yo era muy amigo de Álvaro y, por supuesto, de todos. Además les ayudaba a hacer pequeñas rutinas, nunca musicales, sino a cómo salir y entrar, les diseñé el vestuario y los ayudé mucho en el Festival de Viña, y hasta estuve con ellos arriba del escenario cuando hicimos unos dobles, vestidos de Pujillay —que soy muy parecido a Marcelo Romero—, y toda la Quinta Vergara aplaudiendo, ¡y no éramos Pujillay! Pasaron unos minutos y salieron los reales Pujillay, y quedó la escoba… una humorada… Nos fuimos conociendo con Álvaro, que nos juntamos en la Plaza Victoria frente al cine, y éramos locos, empezamos: “Ya, inventemos un chiste… de brujas… o de bomberos”. Nunca llegábamos a constituir un chiste, pero nos dábamos ideas. La vida quiso que Álvaro, a la larga, fuera el verdadero cómico, y yo tomé el rumbo para el lado del “Profesor Rossa”. Hasta que empecé con los chistes “sin censura”. Tuvimos un éxito bastante grande en el Monticello, donde hicimos un show que se llamó “Chiste corto y chiste largo”. Yo contaba chistes de 22 minutos, conté nueve; y Álvaro habrá contado unos 90 chistes cortos, en el mismo tiempo. Queremos hacer de nuevo algunos eventillos.
La palabra “azar” me calza justo. Empecé haciendo escenografías, libretos, reemplacé actores, estuve a cargo del departamento de utilería y tramoya, y luego del departamento de arte… Recibía pequeños sueldos que, en la sumatoria, era muy bueno; por mientras, de fondo, mi gran anhelo era ser mago. Y estaba inscrito en Estados Unidos en el The Magic Castle, en Los Ángeles, California, y no me podía ir porque me llegaban más cosas para hacer. Estuve seis años en la universidad, y no me iba a estudiar magia, y esa plata se perdió. Pero siempre me ayudó, y a lo mejor es un “consejo” a los cabros jóvenes: cuando uno tiene algo en mente, no lo puede realizar y está realizando otra cosa, lo que tienes en mente ayuda, porque es una mochila de seguridad, una alternativa. Tienes esa carta oculta, en espera. Me fue bien. Y no me fui.
La magia fue un pasatiempo en mi vida, tuve muy buenos contactos, al “Mago Larraín”, que nos juntábamos en mi casa y me enseñaba; me iba a Miami, estuve en Las Vegas y vi los grandes shows. Me gusta, pero no (soy) mago. Son tonteritas que hago: desaparecer una moneda o un palo de fósforo, y algunos trucos de naipes. No le di toda la cobertura que debería. Tengo amigos magos y el otro día me junté con uno que me decía: “¿Cuándo nos juntamos? Yo te enseño”… Es un placer mental nomás. Siempre voy a la casa de un amigo que me dice: “Hazte un truquito” y le hago un truco; pero, tonteras. Evidentemente, a estas alturas de mi vida, no pienso ser un profesional. Pero siempre me sirvió como respaldo, en la medida que me fuera mal acá.
“Siempre me sirvió como respaldo, en la medida que me fuera mal acá”, asegura Iván sobre su sueño de ser mago.
Tengo entendido que a los 31 años me dio el primer infarto, extrañamente; el mismo médico estaba sorprendido, yo era relativamente joven. Mi papá murió de un infarto, y joven, con 63… menos mal que yo lo pasé, jaja… Mi hermano tiene tres bypass, yo tengo tres stents (coronarios), tengo un sobrino con trasplante de corazón y mi abuela murió de eso… Yo voy a morir por eso, ya sé que voy a morir de la cuchara… pero me da lo mismo; creo que ya cumplí en la vida. Tengo 73 años… no hay nada qué hacer. Eso es lo penca de esta cuestión… ¿Qué haces ya a esta edad? Ya tienes casa, auto y viajas… ¿Qué más quieres? No quiero ni una hueá más.
Casi toda mi vida ha sido sin pensarla, porque son cosas que se me han puesto en el camino, puertas que se abren, conexiones que se han dado y gente que me ha querido ayudar. Tengo que agradecer a un listado enorme de gente que me prestó sus servicios sin ánimo de nada, desde la universidad. Presenté mi proyecto de título y un señor de Villa Alemana me prestó su taller, me dio unos fierros y los soldó hasta las 1 o 2 AM. Yo no tenía plata y me ayudó. ¡y hasta me acompañó a dejar el proyecto en la universidad! Cuando entré al canal 4 de Valparaíso (UCV) entré para hacer escenografías. Me las di de capo, solo, la cagué, cometí errores, no sabía, no era escenógrafo; y contraté a un señor que me dijo: “Lo ayudo, no se preocupe por la plata, después vemos”. Estuvo cuatro años conmigo y le conseguí un sueldo. Y por estas cosas de la vida, un año atrás fui a hacer un show y me llegó un telefonazo de la hija de él: “Mi papá lo adora y se acuerda de usted”. Y le contesté: “¡Dile que vaya a mi show!”. Y llegó, un viejito… Me emocioné… Esos hechos sentimentales me llegan exclusivamente a mí porque me sé la historia… “¿Por qué se puso a llorar el Iván con un abuelito?”… Yo sé quién es ese abuelito.
Hay una cuestión muy rara: Cuando a mí algo no me gusta y no estoy completamente de acuerdo, me baja como un líquido por la pierna izquierda, y me llega a los dedos del pie, como ácido. Y cuando algo me gusta, me pasa eso en la muñeca. El médico me dijo que puede ser un aumento de adrenalina por ciertas emociones, pero me da sólo en un lado… ¡Y es cierto! Voy en la camioneta, tengo una discusión, siento el “ácido” por el pie y pienso: “Esta hueá viene pa’ mal”.
botellas, que ya voy en 4 mil y tantos… No tengo criterio. De lentes tengo ganas, pero a lo mejor justo antes de que me muera. Quiero que todo eso vaya al museo. Voy a las ferias de antigüedades en Europa o donde esté, y ando averiguando. La colección que aumentó rápidamente fue la colección de teléfonos antiguos, ya voy en más de cien; el otro día fui a Argentina y me traje diecisiete.
está mal hecha? Prefiero contratar un gallo que me guía y traduce; mejor, más cómodo.
IVAN ARENAS
“El inglés porque encuentro que es un idioma hueón”, opina Iván. Mario Tellez / La Cuarta
Casi me metieron preso la última vez que fui a Estados Unidos, en Los Ángeles, California. Llegué solo, fui a ver a mi hermana y mi hermano. Llegué al aeropuerto y me atendió un gallo que hablaba español, menos mal. Y me dijo, sin mirarme: “¿A qué viene usted?”, y yo le contesté que a “nada… a conocer, ver, mirar, recorrer”. Y me pregunto: “¿A dónde viene?”, y le contesté que no tenía idea, “me viene a buscar una hermana, ¿cómo me voy a saber la dirección si se cambió de casa? Ella me llevará… ¿a un paseo, a un hotel o a su casa? No lo sé”. “¿Cuánta plata trae?”, me preguntó. “¡Qué sé yo cuánta plata traigo, no tengo idea, una cagá o mucha, no sé”, contesté. Me agarraron, me llevaron a una pieza, me empelotaron, me abrieron la maleta y me buscaron hasta por debajo de la lengua cualquier huéa, y me seguían haciendo preguntas y yo contestando: “Vengo a ver a mi hermana, no vengo a ver Estados Unidos”. De ahí no me sacaba nadie. Y de ahí trajeron a otro weon. “¿Ha venido antes?”, me preguntó. “Claro, yo creo que conozco más que usted”, dije. Quedó la cagada, me iban a llevar preso… Qué huevá… Me carga.
Llegas a Chile y te piden abrir las maletas: “Ábrelas vos po hueón, si tú las quieres abrir”, dije. Soy hiriente en mi defensa; mi sistema de defensa, si me huevean, hay se las ven, porque me voy al chancho. Me hicieron tira la maleta abriéndola. “No me la vas a pagar sinvergüenza”, le dije. “Usted no la quiso abrir”, me contestó. Empecé a cambiar todas las hueas de una maleta a otra, y la otra la dejé tirada… ¡Imagínate me encontraran algo! No traigo nada, traigo mis colecciones. También me huevearon porque traje diecisiete teléfonos de Argentina… ¿Crees que voy a vender estas hueas del año de la corneta?
IVAN ARENAS
“Mi sistema de defensa, si me huevean, hay se las ven, porque me voy al chancho”, advierte Ivan. Mario Tellez / La Cuarta
Naces, te cría el papá y/o la mamá, se sacan la cresta por ti y después te vas… Vas a ver a los papás una vez a las 500… Está mal hecho esto… Se fueron, yo me fui, todos se fueron… Y después ya no tienes ni de qué hablar con tu propio padre o madre, y es como: “¿Y cómo te ha ido?” y “¿Y usted cómo está?” y todas las conversaciones se empiezan a transformar en banales. Qué terrible esta desconexión de un cariño y esfuerzo enorme, de personas que tienen uno, dos, tres, cuatro y cinco hijos. Y hay otros que piensan que hay que tener más hijos para que, ojalá, el último nos acompañe en la vida.
Quiero que me cremen… Una buena idea: Hoy día en Estados Unidos están haciendo un experimento y ha dado resultados, que agarran tus cenizas, las llevan a 1.200°C, las cristalizan, y queda un cristal; y te pueden guardar, por ejemplo, en un anillo… Rara la hueá… Sino que me tiren al (lago) Rapel… polvo de mierda.
No creo en nada después de la muerte. No creo en el alma, en el espíritu, en las penaduras, cementerios ni nada.
IVAN ARENAS
“Naces, te cría el papá y/o la mamá, se sacan la cresta por ti y después te vas”, reflexiona Iván sobre la Humanidad. Mario Tellez / La Cuarta
Cuestionario Pop
Si no hubiera sido diseñador industrial, me habría gustado ser mago. El plan A se transformó en Z, porque en mi vida he hecho montones de otras cosas como diseñador, me instalé con una agencia en Viña que fue un chiste… he hecho cagadas, pero sin mala intención; siempre quise hacer cosas y fui un busquilla.
En mi época de estudiante en la U. Católico era normal. Carretero no fui nunca, hasta el día de hoy no salgo; la pandemia la viví acá dentro. No salí por tres años. No me interesa. No conozco Santiago. Tampoco me interesa conocerlo. Rapel es como mi casa espiritual, me voy a tirar allá —no voy a decir a tirarme qué—, a no hacer nada, a leer o estudiar, y pasarlo con los amigos si es que se puede. No es lo que la gente cree: la gente siempre pensó que yo era un hueón carretero; yo no conozco ni discoteques. Soy medio ermitaño, anacoreta.
Tengo muchos apodos. De cabro chico me dijeron “Kaplan”, porque había un médico (Jorge Kaplan) que hizo el primer transparente de corazón; será por el pelo, largo, me parezco a él. “Conejo”, por los dientes. “Chino”, por los ojos. Y “Loco”, porque era loco, hacía miles de cosas. Y después ya quizá qué me han dicho, hasta “Profesor Rossa”.
Un sueño pendiente mío es el museo. Y lo otro: han bajado mucho las expectativas mías de seguir viajando. Ya me cargan los aviones, los aeropuertos y los idiomas los odio. ¡Fuera los idiomas! ¿Cómo no va a tener los letreros traducidos al español si venden tickets para gente de habla hispana? Nos miran a huevo, nos pisotean.
IVAN ARENAS
” Ya me cargan los aviones, los aeropuertos y los idiomas los odio”, sincera Iván. Mario Tellez / La Cuarta
Una cábala es el número 6, pero no creo, la tengo por coincidencias, no soy supersticioso, pero sí me llama la atención… no sé si es cábala tampoco… me llama la atención que todo me coincide con el 6. Es raro nomás po’. Tampoco soy creyente de eso. Un día, por huevear, tiré una ficha en la ruleta del casino al 6, gané y salió premio… Me río de las supersticiones, encuentro que es falta de cultura, e incluso de educación, porque no tiene ni un fundamento, son porque “yo creo”, “porque mi padre cree”, como los gatos negros o pasar debajo de una escala. Soy súper terrenal. Me quedo con lo real… ¿Creo en los extraterrestres? Ni cagando. No creo en esas hueás.
Un trabajo mío que no se conoce es que esculpo palos de tiza, castillos, y los regalo.
¿Comediantes que admiro? Me quedó la etapa del Coco Legrand, me quedo con la facilidad e ingenio de Firulete (Jorge Romero), que ya no está con nosotros. No me gusta cuando los cómicos meten política, creo que es un error que ha hecho Bombo Fica… no veo pa’ qué. En el humor me quedo un poco con el pasado, y respeto al humorista nuevo. Concluyó.